dijous, de juny 02, 2005

Batallón de Castigo, teloneros de Bruce: llanto por la tierra amada.

Ayer sólo hubo el concierto de Bruce. No fui a Manresa para notificar los defectos de construcción del piso. No fuimos a comer con mi madre y mi cuñado en un restaurante italiano que tiene unos excelentes gnocci pero ofrece la peor ensalada caprese que he probado en mi vida. No descubrí que los diez minutos que mi hermana me había cacareado tantas veces como el tiempo que se tarda de la estación de tren a mi casa son en realidad veinte. Ayer Bruce se comió mi alma y me dejó con la boca abierta de par en par. ¿Como se puede ser tan grande? Puede gustarte o no este cantante, pero tras escuchar su último disco nadie sería capaz de negarle su grandeza. Lástima que tuviera unos teloneros como ésos.

Para quien no lo sepa, Batallón de Castigo es un grupo de rock neonazi que aparece referenciado como tal en los libros que Carles Viñas – experto en el tema – ha escrito sobre música neonazi en España, y también en Diario de un Skin, el magnífico libro de Antonio Salas, la mitad de los miembros del cual se encuentran en la cárcel por apología del nacionalsocialismo. Pues bien. Llegué temprano al concierto y mientras esperaba a mi compañera fui a buscar un cajero automático en la zona para tener líquido con el que pagar la camiseta que quería comprarme. Antes de entrar, me tropiezo con unos chicos, bueno tropezarme no es la palabra, más bien debería decir me crucé con unos chicos. No eran cabezas rapadas, más bien parecían casuals – eso lo digo ahora -, y uno de ellos llevaba una camiseta del grupo Batallón de Castigo, cuyo emblema es una cruz céltica parecida a las usadas por el tercer reich en documentos oficiales. Sentí que la rabia acudía a mí como una cascada incontrolable de emociones, pero no les dije nada. Más bien recé por ellos. Por la dignidad perdida. Por la vida desperdiciada. Por la casa defenestrada, que diría Ana Ajmátova. Y mientras volvía al lugar del concierto, me dije: este post debes escribirlo enteramente en castellano.

La gente que me conoce sabe como soy: un independentista convencido con razones para serlo – desde mi punto de vista, obviamente -. Ayer, no obstante, me sentí mal. Esa no es la España que quiero, esa no es la Cataluña que deseo. Por un lado la independencia nos sentaría tan bien… pero por otro todo lo que nos habéis aportado no quiero perderlo… Tengo amigas fuera que si no fuera español no hubiera conocido, pienso en Mónica y Ana, por ejemplo, pienso en Mabel, con quien por suerte compartí mucho más que una amistad. Pienso en Batallón de Castigo y me estremezco.

Pero Bruce lo borró todo. Empezó con My beautiful reward, un pedazo de canción de su disco Nebraska, y ya vimos de qué iba, sobre todo cuando en ese idioma al que tanto nos acostumbra – el catalán -, dijo: “Demanaria una mica de silenci, si us plau, per poder-vos oferir el millor de mi mateix” (Pediría un poco de silencio, por favor, para poder ofrecer lo mejor de mi mismo). Es fue su principio en el que, con una canción que acompañó solamente de armónica y ritmo de pie, distorsionó la voz hasta hacerla irreconocible. El público del Pavelló Olímpic de Badalona estaba con la boca abierta. Nadie decía nada, sólo un tímido aplauso al final de cada canción, y en un momento del concierto, llegando a su fin, cuando tocó Jesus was an only son, me emocioné. Por lo que dijo, por cómo lo dijo, como creyente y como ser humano me sentí interpelado hacia un mundo de perdición.

Vivo en una ciudad soleada en la que la gente apenas me conoce. Salgo de un lamento en el que, a veces, las alegrías son un suicidio indescriptible, y soy feliz en ese mundo. ¿Qué derecho tengo a serlo? ¿Quién me permite olvidar tan a menudo que la gente muere, y se prostituye, y miente, y se apaga?

Sólo me faltó en ese concierto que tocara mi canción, esa que me ha hecho enamorarme de Bruce para siempre: The factory. Hay canciones mejores, las hay peores, pero esa será siempre para mí la canción más querida de Bruce, la que más me emociona, la que más me conmueve.

Ayer Bruce nos ofreció su mejor concierto, su mejor imagen. Su llanto personal por una tierra amada que, como la de la película, se nos hace tan dolorosamente incomprensible.

Gracias.

4 comentaris:

  1. Yo tampoco sé cuál es la España o la Catalunya que quiero, pero la de esa gente, seguro que no. Por desgracia son aún muchos los que piensan así, y no parece que el número decaiga. Que asco.

    Un saludo, que hace caho que no te veo.

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  2. casualmente paso por aquí, y qué es lo que veo? que resulya que hemos teloneado a no sé quién, no sé donde, y además, usamos emblemas de los utilizados en la documentación de tercer Reich (????). Vaya. Ahora resulta que el Batallón de Castigo tenemos el don de la ubicuidad. Señor demócrata-y-cristiano, si quiere usted soltar su parrafada de seudoprogre trasnochao, use otros recursos, por favor. Batallón de castigo.
    PD: lo siento por usted, preo hace ya bastante que todos estamos en libertad.

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  3. Cool blog, interesting information... Keep it UP » »

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